lunes, 16 de enero de 2012

Clase # 2 Lingüística y comunicación



¿Por qué un curso de lingüística teórica en el 7º semestre de la licenciatura en ciencias de la comunicación? La respuesta resulta obvia: la forma de comunicación más efectiva, económica, versátil y completa es la lingüística. El estudio de esta ciencia permite comprender los mecanismos que el ser humano utiliza para comunicarse de la forma más efectiva. Con ello, se comprende también la esencia del ser humano, como veremos adelante.
Sin embargo, debemos escapar de esa visión pragmática-tecnocrática que pretende lograr una utilidad inmediata en cada acción. Ninguna ciencia tiene una aplicación práctica, inmediata. Ello es característico de las técnicas, no de las ciencias. Toda ciencia es descriptiva y, en principio, busca la producción de nuevos conocimientos. Su aplicación es, siempre, mediata: a partir de sus descubrimientos, desarrolla técnicas y son estas las que finalmente se aplican en la resolución de problemas concretos.
Así es que el estudio de la lingüística teórica, como el de la filosofía o la lógica, no reporta beneficios inmediatos. Pero, sienta las bases indispensables para el desarrollo intelectual ulterior del profesional de la comunicación.
Veamos: como se sabe, el lenguaje es el vehículo del pensamiento. El desarrollo de ambos es interdependiente: a mayor desarrollo lingüístico, mayor desarrollo intelectual. El mejor canal para manifestar y comunicar las ideas es el que ofrece la lengua. De ahí que conocer cómo funcionan las lenguas (en el nivel teórico, no en el práctico) es una herramienta clave para comprender cómo se desarrolla el mundo intelectual.
Como es fácil deducir, muchas de las leyes que la lingüística descubre son válidas para todos los sistemas simbólicos que utilizamos para la comunicación. El descubrimiento de las estructuras lingüísticas llevado a cabo por Saussure, Hjemslev y otros, permitió a los antropólogos explicar muchas estructuras sociales presentes en diversas comunidades. La teoría de la competencia lingüística es la piedra angular para el abandono de las visiones positivistas en la educación y el florecimiento del llamado constructivismo pedagógico. Los conocimientos de la sintaxis gramatical han sido extrapolados a la sintaxis narrativa en el cine, para estructurar los noticieros, las secuencias radiofónicas, etcétera.

1.3. La comunicación lingüística

Dado que la función primordial de la lengua es la de la comunicación, es necesario detenernos en algunos aspectos específicos de esta. Las siguientes páginas fueron tomadas de mi texto Comunicación, semiología del mensaje oculto (Velásquez:2011), aunque le hice algunas adaptaciones para hacerlas congruentes con los objetivos de este curso de lingüística.

1.3.1. Un acto humano

La comunicación es exclusiva del ser humano. La idiosincrasia popular suele asignar a los animales la capacidad de comunicarse. Se habla del lenguaje de las abejas, del lenguaje de los chimpancés, etcétera. El “amor” que alguien siente por su mascota le hace jurar que esta se comunica. Hay quienes hasta se aventuran a afirmar categóricamente que existe un lenguaje de las abejas, de los chimpancé y hasta de las flores. Sin embargo, esos usos de la palabra son equívocos o en el mejor de los casos, metafóricos. Un rasgo esencial de la comunicación es el que es un proceso en el que se utilizan signos convencionales. Como veremos adelante, las señales que emiten los animales son simples reflejos condicionados. Ellos, más que comunicarse con intención, solo reaccionan instintivamente a condicionamientos externos.
Los seres humanos, en cambio, somos capaces de construir un mundo “paralelo” o independiente del mundo real. Como animales, poseemos instintos que condicionan muchos de nuestros actos. Sin embargo, justamente lo que nos diferencia del resto de animales es la capacidad racional. Gracias a la razón, somos capaces de convertir las experiencias y sensaciones en conceptos abstractos. Estos se presentan ante nosotros en forma de palabras o signos de diversa naturaleza. Por ello, en un sentido estricto, la comunicación es un acto exclusivamente humano.
Etimológicamente, comunicar significa poner en común. Ello alude a que dos seres comparten algo. De ahí que toda comunicación exija interacción entre los sujetos que se comunican y la posibilidad real de intercambiar los papeles de emisor y receptor. Greimas (1990) define la comunicación de la siguiente manera:
Las actividades humanas, en su conjunto, son generalmente consideradas como desarrollándose sobre dos ejes principales: el de la acción sobre las cosas, mediante la cual el hombre transforma la naturaleza, y el de la acción sobre otros hombres, creadora de las relaciones intersubjetivas que fundamentan la sociedad. Este es el eje de la comunicación (l990:73). Según lo anterior, siempre que existe comunicación, las personas actúan sobre otros seres humanos e influyen en su forma de ser, de actuar o de ver el mundo. Por ello, cuando se utiliza mal, la comunicación puede convertirse en un instrumento de dominación y manipulación. En cambio, cuando se asume como un hecho humano y social, la comunicación posibilita el desarrollo mutuo entre los interlocutores.
De acuerdo con Greimas, la comunicación se da necesariamente entre dos sujetos (que pueden estar representados por la misma persona o por muchas personas a la vez) que transmiten valoraciones del mundo o de los objetos que los rodean. Por lo tanto, provoca que los seres humanos se hagan, se modifiquen mientras experimentan un acto de comunicación. Es decir, es el acto mediante el cual los individuos conforman su ser y su universo de valores. Al respecto, Habermas (2002) plantea que la comunicación no solo ocurre por medio del lenguaje sino que las acciones mismas son manifestaciones de comunicación; es decir, en todas las interacciones con otras personas nos comunicamos.
Habermas (2002) plantea que todas las estructuras sociales se fundamentan en actos comunicativos y que estos tienen una naturaleza social. Sin embargo, cuando la comunicación se asume como un acto individual, se utiliza para lograr fines personales y se desnaturaliza su esencia social y humana. Desafortunadamente, esta comunicación es la que más se vive en nuestra sociedad. Una serie de factores le impiden desarrollar la conciencia del humano como ser de naturaleza social. Por ejemplo, el sistema competitivo por lo común obliga a ver en las demás personas a potenciales competidores.
En síntesis podríamos definir la comunicación como un acto humano en el cual dos o más personas comparten y participan de un mismo conocimiento de forma horizontal y con la disposición para el diálogo y la superación mutua. Esta definición deja fuera los procesos informativos en los cuales una persona utiliza el contacto con otra u otras para imponer sus intereses o puntos de vista.

1.3.2. Los códigos lingüísticos

Como en este curso nos interesa particularmente la comunicación lingüística, debemos tener claro que la lengua es un código, como lo son las señas, las imágenes, etcétera. Por ello, nos detenemos también en explicar qué son los códigos para, posteriormente, entrar a conocer lo específico del código lingüístico. Los siguientes párrafos fueron tomados de mi texto Teoría de la mentira (Velásquez, 2009), con las adaptaciones pertinentes.
Siempre que nos comunicamos, utilizamos signos; pero estos carecen de sentido si no se les ubica dentro de un conjunto al que pertenecen. Por ejemplo, una luz roja no nos dice nada en sí misma. Necesitamos ubicarla dentro de un código para asignarle algún significado. Si la vemos acompañada de verde y amarillo, significará “deténgase”, según el código del semáforo. En cambio, si la vemos en la ventana de una casa de barrio, un sábado por la noche, seguramente pensaremos que en ese lugar venden tamales. El valor del signo, entonces, solo existe si se le ubica en su código. Según Niño Rojas los códigos son “(…) conjuntos organizados de signos, regidos por reglas para la emisión y recepción de mensajes (…)” (2002:56). Eso significa que los códigos, además de agrupar diferentes signos, los ordenan de acuerdo con determinadas reglas.
El código más complejo y útil es el lingüístico. Semiólogos como Roland Barthes califican al lenguaje articulado como una especie de molde generador de todos los códigos que el ser humano crea. Por ello, la mayoría de autores clasifica los códigos de acuerdo con su relación con el lingüístico. Según Guiraud, existen tres categorías de códigos: lingüísticos, paralingüísticos y extralingüísticos.
Se llama códigos lingüísticos a las lenguas o idiomas con las que todas las personas del mundo se comunican. También se le llama lenguaje verbal, fónico, articulado, etc. Incluso, por antonomasia muchas veces se le conoce simplemente como lenguaje. Por otra parte, los códigos lingüísticos son llamados también lenguajes naturales puesto que cada ser humano aprende naturalmente uno, el que su comunidad utiliza. Por ello, son de naturaleza fónica: son hablados, emitiendo sonidos. La escritura de los mismos no es más que un sustituto o relevo, como veremos a continuación.
     Los códigos paralingüísticos, de acuerdo con Niño Rojas, “Son sistemas de signos que operan en estrecha relación con el lenguaje verbal, al cual apoyan, complementan o sustituyen en los procesos de comunicación.” (2002:58) Existe siempre una relación entre estos y el lenguaje articulado ya que sirven directamente a él. Por ejemplo, el movimiento de las manos cuando se habla sirve para reforzar lo dicho; los jeroglíficos intentaban traducir al lenguaje verbal, etc. Pierre Guiraud subdivide los códigos paralingüísticos en tres categorías, de acuerdo con su función. Son relevos, cuando representan los signos de una lengua de forma distinta a los sonidos expresados por la voz humana. Por ejemplo, el alfabeto escrito representa los fonemas de la lengua. Son sustitutos cuando sustituyen al lenguaje, aunque guardando una relación directa con él. Por ejemplo, los códigos ideográficos, que representan oraciones o ideas completas por medio de dibujos. Los códigos auxiliares sirven para apoyar el lenguaje, enriqueciéndolo o ampliándolo. Por ejemplo, cuando una persona platica con otra, apoya sus palabras con movimientos de manos, gestos, aproximaciones, tonos de voz, etc. Dentro de estos auxiliares están los códigos proxémico y kinésico, la voz, la entonación, la expresión corporal, etc.
Los códigos extralingüísticos son aquellos que no guardan relación con el lenguaje verbal. Tienen sus propios signos y sus propios medios expresivos. Por ejemplo, una caricatura puede decir infinidad de cosas sin acudir a las palabras. Pierre Guiraud señala tres categorías dentro de esta clase: lógicos, sociales y estéticos. Códigos lógicos son los creados por las distintas ciencias o disciplinas para crear mensajes objetivos que solo posean un significado. Por ejemplo, en las matemáticas se emplean signos como +, -, %. Los códigos sociales son aquellos que se practican cotidianamente en una determinada cultura: la forma de saludarse, las ceremonias, etc. Códigos estéticos son lenguajes por medio de los cuales las personas (los artistas) expresan su forma de ver el mundo de una manera particular.
De todas las formas con las que el ser humano puede comunicarse, la lingüística es la más efectiva y económica. Basta combinar unos cuantos sonidos para crear cualquier mensaje y construir cualquier idea. Prada Oropeza señala que la lengua  “(…) es, precisamente, una de las puertas de ‘entrada’ del hombre a su condición de tal, es decir, a su ser social y a su cultura(…)”. (1999,29).

Se puede afirmar que el nivel de desarrollo intelectual de una persona encuentra su mejor reflejo en el grado del dominio de la lengua. Los conceptos que almacenamos en nuestra mente se guardan en forma de palabras o de ideas que pueden ser traducidas a palabras.

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